Caché (Escondido)


Dirección y guión: Michael Haneke. Fotografía: Christian Berger. Montaje: Michael Hudecek y Nadine Muse. Producción: Margaret Menegoz y Veit Heiduschka. Diseño de producción: Emmanuel De Chauvigny y Christoph Kanter. Interpretación: Daniel Auteuil (Georges), Juliette Binoche (Anne), Maurice Bénichou (Majid), Annie Girardot (Madre de Georges), Lester Makedonsky (Pierrot), Bernard Le Coq (Editor), Walid Afkir (Hijo de Majid), Daniel Duval (Pierre), Nathalie Richard (Mathilde), Denis Podalydès (Yvon), Aissa Maiga (Chantal). Año: 2005. Duración: 115 min.



Michael Haneke nació en Alemania pero vivió su vida en Austria. Estudió psicología, filosofía y ciencias teatrales en la Universidad de Viena antes de convertirse en dramaturgo. Incursionó en el cine con tres thrillers: El séptimo continente (1989), El video de Benny (1992), y 71 fragmentos de una cronología del azar (1994), inquietantes dramas sobre la decadencia de la burguesía urbana. Luego haría La Pianista (2001), elegante y retorcida historia de una profesora de piano, cuya protagonista, Isabelle Hupert, ganó una Palma de Oro en el festival de Cannes del 2001 con su interpretación. Con Caché (2005), Haneke gana en la categoría de mejor dirección en Cannes y en la categoría de mejor película en los premios de Cine Europeo; una valiosa pieza en la que su director supo expresar algunos de los dramas que aquejan las familias modernas.
La primera imagen con que inicia esta historia es con la de un video de una cámara escondida, de una fachada de una casa en un barrio residencial en Paris. Esta primera imagen nos introduce en uno de los paradigmas de las sociedades modernas, el del universo de las pantallas. Uno de los problemas que plantea esta historia, es la costumbre a la cual hemos llegado de encontrar en los medios, la realidad vuelta espectáculo, como si el dolor de los demás, como lo señaló Susan Sontag, fuera comidilla del pueblo, acto trivial y banal. Nos hemos convertido en entes que evaden sus propios dramas, hasta relegarlos al olvido, por no lavar a tiempo los platos sucios. La opuesta de Haneke con este noveno film es el de cuestionar la verdad, concepto que puede ser hoy puesto en duda por la facilidad de manipulación de las cámaras gracias a lo digital. Cada vez más la idea de prueba, vestigio, archivo cobra valor en la medida en que devela diferentes realidades que van desde lo falso hasta lo verdadero. Pero, ¿cuál es el propósito de esta cámara escondida sobre las vidas de una familia parisina pudiente? O ¿cuál es su efecto sobre el espectador? Lo evidente es que aparentemente tras las rejas de la casa de esta familia no ocurre nada malo, lo inquietante es reconocer que a medida que aparecen más videos, la confrontación con el pasado demuestra que el ser humano es un genio para esconder su culpa.
Otro de los ejes temáticos que aquí es desarrollado es el de la oposición Oriente-Occidente, algo que Edward Said ha definido como orientalismo, un concepto que no sólo representa sino que es una "dimensión de la cultura política e intelectual moderna". Este precepto hace que nos fijemos en el director, en sus razones para hablar sobre este tema; lo que Haneke subraya aquí es el miedo y desprecio enmascarado, como lo señalé anteriormente, en la culpa, sentimiento que en este caso es representado individualmente pero deviene colectivo. Y es que el tema no es gratuito, Oriente siempre ha estado estrechamente relacionado con la historia de Europa; su director asegura que si el caso no hubiera sido Francia en los 60 con la guerra de Argelia, hubiera podido ser perfectamente Viena en los 40. Europa probablemente sienta que le deba a Oriente después de un pasado imperialista, que aun persiste en ideología y discurso, sin embargo la genialidad de esta obra no consiste en asumir una postura política, sino en señalar una ética poco consciente que todos queremos ocultar, pero que con seguridad todos podríamos cambiar.

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