Este año, la Quincena de los Realizadores del Festival de Cine de Cannes, premió el largometraje de la joven realizadora afgana, Shahrbanoo Sadat. Se trata de Lobo y oveja (Wolf and sheep), una historia que nos adentra al corazón de Afganistán, a una pequeña aldea en donde la realizadora recrea el lugar donde nació. Bajo una mirada intimista, Sadat representa la cotidianidad de sus habitantes (todos no actores), las relaciones sociales entre los hombres y las mujeres, los niños y los adultos, la naturaleza, los animales y el hombre. La mirada que también es etnográfica, logra captar las formas y dinámicas de negociar estas relaciones, las ideologías, la supervivencia, el compartir en comunidad y las creencias. La película logra configurar un cuadro mítico de lo real, acercándonos a estas tierras y ofreciendo al mismo tiempo una imagen de lo mitológico –en la noche de las montañas surgen seres, un lobo y un hada verde desnuda- y de los mitos fundadores de occidente: el final nos recuerda el éxodo de la biblia. La película evidencia por estas razones, las apuestas que la Quincena busca en el cine de autor actual: más allá de lo representado, lo que se encuentra en el tras-escena, las condiciones y los contextos de realización y la destreza de la puesta en escena.
Este año, la Quincena de los Realizadores del Festival de Cine de Cannes, premió el largometraje de la joven realizadora afgana, Shahrbanoo Sadat. Se trata de Lobo y oveja (Wolf and sheep), una historia que nos adentra al corazón de Afganistán, a una pequeña aldea en donde la realizadora recrea el lugar donde nació. Bajo una mirada intimista, Sadat representa la cotidianidad de sus habitantes (todos no actores), las relaciones sociales entre los hombres y las mujeres, los niños y los adultos, la naturaleza, los animales y el hombre. La mirada que también es etnográfica, logra captar las formas y dinámicas de negociar estas relaciones, las ideologías, la supervivencia, el compartir en comunidad y las creencias. La película logra configurar un cuadro mítico de lo real, acercándonos a estas tierras y ofreciendo al mismo tiempo una imagen de lo mitológico –en la noche de las montañas surgen seres, un lobo y un hada verde desnuda- y de los mitos fundadores de occidente: el final nos recuerda el éxodo de la biblia. La película evidencia por estas razones, las apuestas que la Quincena busca en el cine de autor actual: más allá de lo representado, lo que se encuentra en el tras-escena, las condiciones y los contextos de realización y la destreza de la puesta en escena.
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