La Soufrière 1977, 44 min. 

La balada del pequeño soldado 1984, 45 min. 

Heracles 1962, 12 min. 

Últimas palabras 1967, 13 min.







Entre estas cuatro películas se cuenta con dos de las primeras realizaciones de Herzog, Heracles (primer cortometraje realizado por él, 1962) y Últimas palabras (1967). La primera es un ejercicio de montaje, en el se combinan imágenes de archivo en blanco y negro de físicoculturistas con basureros, desfiles, aviones, accidentes y textos que son preguntas que le hace a estos físicoculturistas. Estas asociaciones tienen el objetivo de ironizar la práctica del físicoculturismo. Últimas palabras es un documental sin una estructura narrativa clara, se hace evidente nuevamente la experimentación y el humor por parte del director. En una isla en Grecia, la cual había sido habitada por leprosos, Herzog intenta construir la biografía de un anciano que vivió allí, exiliado voluntariamente. Su familia tras lograr declararlo legalmente incapacitado, le obliga a volver a la civilización donde se rehúsa a hablar. De algún modo también nos recuerda el modo de dirigir en También los enanos empezaron pequeños, pues pone a dos policías que entrevista a propósito del anciano, a repetir las frases con las cuáles lograron traerlo a la “vida correcta”. En esto también nos recuerda temáticamente a Gaspar Hauser, por ese deseo por parte de la sociedad de aislar a los que guardan silencio o de incorporarlos haciéndolos hablar.
La Soufrière es un testimonio de las obsesiones de Herzog: llegar lo más lejos, en este caso hasta la isla de Guadalupe –Antillas francesas-, donde unos científicos aseguraron que el volcán La Soufrière entraría en erupción. El pueblo queda totalmente desolado, pero sólo tres personas decidieron quedarse (una por obligación al hallarse recluido en la cárcel y las otras dos porque así lo quisieron). El documental incorpora la voz en off de Herzog -una vez más la realidad se haya mediada por su percepción, que busca sumergirnos en esta sensación de desolación e incertidumbre, producto de las imágenes que muestran por un largo periodo de tiempo los gases tóxicos emitidos por el volcán, y de los testimonios de estos dos hombres que no quisieron huir-. El documental podría ser una metáfora del fracaso: fracaso en la resolución de la historia (el volcán no entra en erupción), fracaso de estas personas que no tienen nada que perder.
La balada del pequeño soldado es documental que causó controversia por presentar una milicia anti-sandinista, conformada en su mayoría por niños pertenecientes a la comunidad indígena del Nicaragua, los Misquito, que luchaban en contra de los sandinitas, a los cuáles en principio estuvieron aliados. El documental se convirtió en propaganda bélica sandinista y de los grupos rebeldes de la Contra, apoyados por los Estados Unidos. Si bien este es un documental que le da la voz a los niños y a la comunidad misquita, la voz en off del realizador guía la narración y traduce lo que vemos como lo que oímos. Es claramente visualizada su postura y como el realizador argumentará, no está en contra de los sandinistas, sino sencillamente a favor de los Misquito.

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