La radio es la mamá
Pues sí, yo siempre me había considerado
más hija de la imagen, pero el tema de la representación se me complicó de un
tiempo para acá. Para salir de la complicación he adquirido la práctica de la
meditación. Cierro mis ojos y escucho. En ese viaje al interior me he
transportado hasta el vientre de mi madre. Allí todo es oscuro, no se ve nada,
pero sí se escucha. Se escuchan los latidos del corazón, el agua, el viento,
los ruidos del exterior, las voces, la de mi madre, la de mi padre, y la de unos hijos que no nacieron.
Se puede decir también que meditar es como
nadar, o que el acto de nadar está muy próximo a la meditación. El bebé dentro
del vientre de la madre nada en el líquido amniótico. Podemos decir también que
esos movimientos son como un baile. El bebé baila. Meditar es tirarse al agua,
es sumergirse.
Hace poco leí una frase que dice que el
que baila esencialmente escucha y Diana Uribe dijo en un podcast sobre la
radio, que la radio es la mamá (y que el podcast es el hijo).
No es entonces casualidad que la radio
haya llegado en este momento de mi vida, es sincronía, hace parte del
baile.
Empecé a meditar y a bailar, y luego llegó
la radio para que comunicara y ayudara a otros a comunicar.
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