57vo Festival de cine de Cartagena

Del 1 al 6 de marzo tuvo lugar el 57vo Festival de Cine de Cartagena de Indias. Por vez primera pude ser partícipe de la intensidad de 5 días de mucho cine, mucho sol y mucha playa. Quiero en este texto contar un poco de lo visto y plantear una reflexión acerca de algunos de los temas tratados que fueron.


Debo primero agradecerle al amigo chileno José Jiménez y a su compañera Isabel Orellana por la invitación de parte de Araucaria Cine, la productora. Fue justamente la presentación de su corto lo que motivó mi viaje. Se llama Lettres à l’administration (Cartas a la administración) y es una reflexión sobre el proceso burocrático que demanda integrarse a la República francesa, el cual pasa por la escritura de muchas cartas dirigidas a la administración. Es un documental sincero porque escuchamos la voz del realizador en un francés con acento extranjero, que se expone ante la cámara y se burla de sí mismo y de las explicaciones que debe dar a las diferentes instancias burocráticas a las que aplica. Visualmente hay una experimentación con la realidad que da cuenta de un proceso de ensayo, gesto que lo convierte en una mirada auténtica. El documental me transportó a un pasado no muy lejano como extranjera en donde tuve que pasar por la misma situación. Emocionante ver también cómo las palabras compartidas en conversaciones con el director, en las calles de París, se convierten finalmente en una película.


De la sensación de ser extranjera salté a la emoción de ser mujer con Aquarius, la más reciente producción del realizador brasileño, Kleber Mendoca Filho. Una película delicada y sensual,  prueba de una mirada muy femenina. Mendoca construye el retrato del personaje de Clara, una escritora retirada de su oficio que vive en un edificio llamado Aquarius, siendo ella ya la única en habitarlo. La fiereza de la película radica en ver cómo la idea de territorio es defendido, por la dualidad entre el afuera y el adentro.La película habla del espacio íntimo y el público, construyendo un sujeto histórico, con una posición frente al mundo, es madre, amiga, amante. Una película que construye una mujer desde todas sus dimensiones, pasando por lo exterior que arremete contra ella, como por el interior de su sensibilidad.
Como Clara, ante las pantallas del festival, fue presentada Valerie, en el documental Amazona de Clare Weiskopf y Nicolás Van Hemelryck. La película comienza siendo un diario íntimo de la realizadora, en el que cuenta la historia de su familia, centrándose en su madre, una mujer que decidió dejarse llevar por la búsqueda de sí misma, haciéndola elegir muchas veces entre ella y sus hijos, optando al final por su propio camino. Clare, en embarazo y en el presente, decide confrontarla. Se trata de un documental que nos habla abiertamente de la relación madre hija y de las limitaciones que puede tener una mujer como madre. Un documental fuerte, sincero pues presenta una mujer que asume sin culpas sus decisiones y una hija con angustias y preguntas, llevándonos a reconocer en ambas la fragilidad delser humano.


De mi conciencia de mujer pasé a la conciencia de ser consumista con el documental Austerlitz de Serguei Loznitzajh. En este, el realizador ukraniano, filma un antiguo campo de concentración en Alemania. Su mirada realista -cámara estática de largos periodos de tiempo y una fotografía en blanco en negro-, permite que como espectadores, poco a poco vayamos tomando conciencia de la escena del cuadro: hordas de turistas con cámaras de celular capturando el lugar. Una puesta en escena que trae de nuevo a la vida el espacio-monumento, en el que se plantea otro tipo de consumo humano, en relación a la pantalla y a las tecnologías de comunicación.  El documental abre preguntas como, hasta qué punto el ser humano puede convertirse en objeto de consumo en la medida en que un monumento histórico, que nos remite al exterminio humano, se convierte en un bien cultural. El realizador logra transmitir estos mensajes gracias a la estrategia descriptiva del dispositivo audiovisual.  


Por último, y continuando la discusión sobre la imagen como pensamiento, quiero referirme a la charla que dio Apichatpong Weerasetakul, la cual tuvo lugar justo antes de la proyección de Austerlitz. Como sabemos el cine de Apichatpong cuenta una realidad de lo que a simple vista no se ve, que trasciende lo narrativo, que habla de espíritus y seres del pasado, del sueño. Apichatpong presenta una visión la cual está permeada por sus creencias espirituales que provienen del hinduismo. Destaco de esta charla la idea de que para él ver es una ilusión y la identidad una ficción. En ese sentido, no cree que exista un cine tailandés, sino simplemente cine. Propone a los realizadores a que encuentren su propio ritmo, pues cada uno es un universo. Por ejemplo, éste cuenta que en su cine no hay representados accidentes porque él nunca ha experimentado uno. Su punto de vista corrobora la idea de que la imagen es pensamiento, ya que por encima de su naturaleza de prueba o archivo, pesa la mirada que el realizador tenga sobre la realidad, hecho que desmiente la creencia de que la imagen es un fiel reflejo de lo que representa.


Del Festival salí muy satisfecha, encontré obras y miradas únicas, que daban fe de autenticidad y verdad, en palabras de su programador, Pedro Adrián Zuluaga. También encontré otras que prometían mucho pero poco fue lo que trascendieron. No queda más que seguir atendiendo el llamado anual del Festival.

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